Draft de una noche de verano. Capitulo IX.

Golden State Warriors. Encaje de bolillos.

Resulta difícil imaginar mejores movimientos para los de Oakland que los que llevaron a cabo la noche del draft. Dejando de lado exageraciones, sí,l acertaron de pleno pese a los riesos tomados. El resto, dependerá del nivel que muestren los rookies.

Fueron protagonistas junto a los Bobcats de uno de los traspasos bomba del draft. Tras una temporada marcarda por el infortunio de las lesiones, vista la explosión de Monta Ellis y la presencia en nómina de suficientes alas, el contrato convertía a Jason Richardson en objeto susceptible de ser traspasado. Después de ser el equipo con el peor balance reboteador de la pasada campaña, una mano en la pintura no venía mal.

En un sólo movimiento, consiguieron tapar ambos agujeros. J-Rich y la segunda ronda ponían rumbo a North Carolina a cambio de un producto de esa misma tierra: Brandan Wright. Por el camino, se ahorraban una cantidad ingente de salarios y recibían una Trade Exception de cifras astronómicas: 10 millones de dólares.













El juego de Don Nelson favorece además con creces al del verde ala-pívot. Un juego que necesita de jugadores dispuestos a la carrera, que favorece la presencia de pivotes muy móviles y que no pena en demasía los descuidos defensivos. Un traje a medida para empezar con muy pie la liga. Con la ronda 18, se permitieron el lujo de cubrir la marcha de Jason Richardson con todo un internacional italiano: Marco Belinelli. Un gran tirador que contribuirá a mantener el alto ritmo de juego de los de California. Con el 46, el seleccionado fue Stephane Lasme, un nuevo Chris Taft al que maltratar y que probablemente no vista demasiado la camiseta warrior.

NOTA: 8.5