Houston Rockets. Cómo desaprovechar un draft en tres sencillos pasos.
Es difícil afrontar un draft con necesidades tan claras y salir de él sin haberlas cubierto. Más aún es hacerlo habiendo sobrepoblado las posiciones mejor cubiertas. Pero, como diría Bill Simmons:
"Esto es la NBA, el lugar donde Chris Wallace arruinó a los Celtics y, 4 años después, consigue un trabajo como GM".
Así pues, fracasados los intentos de subir un par de posiciones en el sorteo paara intentar la contratación de nuestro Rudy, los Houston Rockets se decantaron en el número 26 del draft por un base, Aaron Brooks, semanas después de haber propiciado la vuelta de Mike James. Un jugador de una rapidez y manejo de balón increíbles, se servirá de ellas para penetrar a canasta y, bien finalizar (el tiro aún no es todo lo consistente que debería), bien doblar el balón. La velocidad y las manos le serán también de gran ayuda en el apartado defensivo, donde goza de una gran capacidad de anticipación.
Fue en la segunda ronda donde hubo un mayor movimiento, pero ninguno resultó especialmente efectivo. Traspasaron a Seattle una futura segunda ronda junto con algo de dinero a cambio de la elección número 31, Carl Landry, un ala-pívot que no ha tardado en definirse como "Un jugador del estilo de Chuck Hayes, pero con capacidad de anotar". No ha llegado y ya está lanzando puñaladas a sus futuros compañeros. Ciertamente, no anda del todo desencaminado, pues se trata de un jugador muy activo en ambos lados de la cancha, y con mayores recursos ofensivos que su compañero de posición, pese a que en defensa el ex de Kentucky continúe siendo superior. Antes del draft, habían comprado el número 54 a Orlando, haciendo presagiar un buen movimiento. La sorpresa llegó cuando el elegido fue Brad Newley, un escolta anotador australiano con tintes de ser el tan cotidiano derecho sobre jugador internacional que nunca llega a hacerse efectivo.
NOTA: 6
No hay comentarios:
Publicar un comentario