La sorpresa ha saltado en Carolina del Norte. Cuando los últimos movimientos de la franquicia parecían ir encaminados a cerrar el juego exterior del equipo y Gerald Wallace se perfilaba como uno de los afortunados con más novias, ha acabado siendo fiel a la chica que le sacó del pozo. 57 millones durante las próximas temporadas harán posible el matrimonio.
La activación de la cláusula de Walter Herrmann para permanecer un año más en la franquicia, la renovación de Matt Carroll, el traspaso de un pick 8 del draft por Jason Richardson, la elección de Jared Dudley y la presencia de "la nueva incógnita blanca", Adam Morrison. Con todos estos movimientos, la franquicia parecía blindarse de cara a la más que posible pérdida de Gerald Wallace. Sin embargo, el Charlotte Observer adelantaba ayer en su edición digital el principio de acuerdo entre jugador y franquicia. Con su permanencia, los Bobcats consiguen mantener en plantilla al que fuera máximo anotador de la plantilla y el que es, sin duda alguna, uno de los defensores más completos de la competición. Y todo gracias a ese espacio salarial tan bien conservado años atrás.
Sin embargo, con esa misma permanencia, los Bobcats abren también la puerta de la duda. ¿Adam Morrison ya no es imprescindible? ¿A qué vinieron, pues, las renovaciones de Matt Carroll y Walter Herrmann? Más desconcertante aún, ¿Qué pinta ahora Jared Dudley? Resulta poco probable que Jason Richardson llegue a la franquicia para jugar menos de lo que lo hacía en Golden State. Menos aún que alguien consiga arrebatarle a Gerald Wallace una titularidad que le pertenece legítimamente. ¿Qué pasará entonces con el resto? Matt Carroll y Adam Morrison volverán a luchar por el papel de anotador revulsivo, con la diferencia de que ahora lo que estará en juego no será la titularidad, sino minutos como escolta y alero suplente, mientras que Herrmann podría compaginar las labores de 3 con las de 4 abierto. El panorama, a priori, no contempla opciones para Jared Dudley. Si sumamos a Sean May a la ecuación, el escaso equilibrio queda roto.
Cuatro posiciones quedarán, eso sí, blindadas, mientras que el principal problema en la corta historia de la franquicia seguirá siendo el mismo: "el mal de altura". Tener a Primoz Brezec como pívot nunca fue una garantía. La composición actual de la plantilla deja abiertos ante sí dos caminos: un traspaso a cambio de un hombre interior de cierto nivel o una apuesta por el juego rápido con hombres pequeños, un eufemismo de smallball.
La alternativa por el juego rápido sería una solución fácil y poco pensada a la sobrecarga de hombres exteriores, pero la labor de Emeka Okafor como hombre más alto en cancha puede antojarse insuficiente dada la acuciante falta de centímentros. El panorama del recurso al mercado presenta como monedas de cambio a uno de los ya muchos jugadores exteriores, algunos del nivel suficiente para conseguir ese refuerzo necesario.
Una continuidad que precipita cambios.
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