... Y toca los huevos. Porque anda que no habrá levantado ampollas su designación de mejor entrenador del año entre los sectores del "no-es-por-chovinismo", un nuevo movimiento artístico de gran valor creativo. La profesión que más sufrimiento conlleva, también tiene premio. El lado más débil de la cuerda, una vez al año y sin que nadie sepa si hace daño, se lleva el pañuelo a su lado del barrizal. El aml ode la película también tiene derecho a ganar.
Lo cierto es que con Sam Mitchell se ha dado una situación extraña a más no poder. Los Raptors comenzaron la temporada queriendo lanzar 100 tiros a canasta por partido y a punto estuvieron de extinguirse con tanto cañonazo. Importaba más el número de lanzamientos que la posición de tiro en la que se daban. Un run 'n' gun de palo, un run 'n' brick que iba camino de convertirse en rolling stone.
Antes de que la catástrofe se hiciera carne (o se deshiciera de ella, según se mire), Colangelo evitó el desgraciado accidente dando instrucciones precisas, triple poste y final del desarbolado "sistema" de 100 tiros incluidos. Primer reconocimiento a la labor ejecutiva de Colangelo. Cómo será la situación que el recién proclamado mejor entrenador del año anda más lejos que cerca de la continuidad en el banquillo. Y es que Sam no ha podido engañar a nadie.
¿Qué fue antes? ¿El huevón o el gallina?
Jerry Sloan se quedó cerca de conseguirlo. Y es que este entrenador con duración de funcionario encontró la fórmula para devolver viejas conquistas a Salt Lake City. Los Jazz avanzaron cual Massey Ferguson en suelo firme, algo parecido a lo que consiguieron los Houston Rockets de Jeff Van Gundy. Entrenador odiado. Difícil de ver. Inaguantable. Pero que el rencor personal no sea óbice para reconocer su labor al frente del banquillo de la NASA. Con Tracy McGrady renqueante e intermitente, Bonzi Wells con más lorzas que puntos por partido y la pierna de Yao rota, los Rockets han terminado la temporada con más de 50 victorias. Consagración defensiva y lanzamiento exterior han sido las claves (sorpresa...) que le han llevado hasta aquí.
En esto que van un ruso, un italoamericano y un afroamericano... y se reparten el pastel. Porque no les gusta el gazpacho. Un año más y no van pocos, San Antonio, Dallas y Phoenix dominaron con mano de hierro el Oeste. Uno a medio gas, otro yendo a por las 70 victorias y el de más allá dando vida al desierto, alejando a los buitres.
Porque dárselo a los de siempre sería aburrido.
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