jueves, febrero 16, 2006

Let's Get Started

Esta noche vuelve a nuestras vidas la cita anual con la élite, deportiva o no, que campa por los States. La NBA viste de nuevo sus mejores galas para el All-Star, la cita más comercial del año. Porque haciendo uso del más puro simplismo, podríamos reducirlo a dos presupuestos principales: la presentación de las estrellas presentes, inminentes y futuras así como la demostración de las mejores habilidades de que sus jugadores son capaces. Una gran ingeniería de marketing que permite concentrar en 3 días lo más atractivo de la liga, un dulce caramelo que dar a probar a los indecisos con el producto NBA. Y si eres diabético o temes serlo, tranquilo, no todo en la liga es así, pero una vez has caído en sus redes, no trates de escapar porque te será imposible. Es un paquete promocional inigualable. Es, como leerse una película basada en una obra literaria: hay quienes rehúsan del libro y se ven directamente la película, que serán los que cojan las cosas con pinzas y apenas aprendan nada, y los más puritanos, que se han leído el libro y no siempre quedan contentos con el resultado. Demasiados efectos especiales ¿Verdad?

Y junto con todo lo deportivo, la extravagancia de los referentes sociales y toda la parafernalia que los rodea. La fiesta de la cultura niggaz contra la que tanto ha luchado el Señor Stern. Paradójico que en el país de las libertades, el Estado que recibe a sus visitantes con la emblemática Estatua de la Libertad, se cohíba el derecho personal a llevar la indumentaria que uno crea adecuada. Todos de traje y corbata, zapatos (que no zapatófonos, Shaq) con clase, buena percha y excelente imagen. ¿Alguien se imagina a Allen Iverson engalanado grabando los Concursos de Mates sentado en una silla (que los trajes se arrugan en el suelo)? ¿Una fiesta gangsta sin camisetas interiores blancas, pañuelos piratas y oro suficiente en el cuello para desnucar a un buey? Curioso sería verlo. Escandaloso, mejor dicho. Esperemos por el bien de la liga que así no sea, que dejen libertad a los jugadores para ello. Ya que no se deja durante el resto del año debido al polémico Dress Code, que den manga ancha (y nunca mejor dicho) durante estas fechas. Que los WASP se aguanten durante un fin de semana.

Pero es el All-Star, es tiempo de fiesta y disfrute, y más este año, que hemos logrado colocar a uno de los nuestros allí. Bueno, nos lo han colocado, que nosotros no fuimos suficientes para alcanzar el logro. Tal vez desde aquí no le den muchos la importancia verdadera que pueda tener, pero la tiene. Vaya que si la tiene. Es el país del sueño americano, de conseguir la prosperidad individual a base de sudor, de trabajo, de sacrificios… o así me lo aprendí yo. En parte ése es el caminar de Pau por la mejor liga del mundo, llegar desde el extranjero e ir consumiendo etapas vitales en pos de la consecución de su meta. Prosperar en la liga, hacerse un nombre, llevar de la mano a los suyos hacia niveles superiores. Ha sufrido como el que más allí, desde aquellos primeros años de desesperación ante la derrota hasta nuestros días, donde es difícil imaginarse unos Playoff en los que no se metan los Grizzlies. Como impensable era imaginarse un All-Star sin la barba de Pau, después de una temporada en la que ha conseguido pasar de ser una estrella más de la liga a ser un jugador respetado, a insignia de Memphis algo que, por cierto, aún no había conseguido. Debutará y todos lo podremos ver, tengamos o no Digital+ porque David Stern tiene agarrado por las partes nobles al señor Polanco y le obliga a que el producto estrella sea emitido en abierto. Primer All-Star de Memphis para el mejor jugador que ha tenido en su corta historia la franquicia de Tennesse.


Enhorabuena Pau.

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