Christopher Emmanuel Paul. Hijo de Charles y Robin Paul y hermano del también jugador universitario CJ Paul (South Carolina), nació en una minúscula localidad de North Carolina llamada Lewisville, un incipiente pueblo de gran mayoría blanca situado en el noroeste del Estado. Allí permaneció para acudir al West Forsyth High School, para el que jugó durante lo que allí se llama "Preparatory Basketball". Y no fue una etapa cualquiera, quizá sea la que más le ha marcado. Por aquél entonces fue cuando comenzó a aduquirir una mayor resonancia en este pequeño gran mundillo por el que nos movemos, pero también cuando vivió el episodio más impactante de su corta vida.
Su abuelo, Nathan Fredecick Jones, fue en su día la primera persona de raza negra en regentar una gasolinera en el Estado de Norh Carolina. La relación entre ambos era magnífica, Chris pasaba los veranos trabajando allí y casi podía decirse que Nathan era su mejor amigo "Mi abuelo era mi mejor amigo, No creo que nadie se sintiera tan orgulloso de mí como él lo estaba". Un día, cuando volvía después de la jornada de trabajo, se encontró con 5 jóvenes que estaban desvalijando la casa. Lo amordazararon, lo golpearon y lo dejaron sangrando tirado en el suelo, como a un perro. Semejante sobresalto fue demasiado para su corazón, que dijo basta. Chis se hundió anímicamente, pero decidió refugiarse en el baloncesto: no encontró mejor forma de homenajear a su abuelo y amigo que con lo que mejor sabía hacer: jugar al baloncesto, de lo que siempre se había sentido orgulloso. 1 día después del funeral, su última temporada como high schooler daba comienzo. "Antes del partido, mi corazón estaba acelerado, porque sabía que tenía que hacer algo especial para él. Lo más difícil fue entrar en pista y volver a jugar, pero mi familia me había dado ánimos para seguir hacia adelante. Mi abuelo hubiera deseado que yo jugara". Y así lo hizo. Su tía ya le había comentado algo acerca de un gran homenaje. "Mi tía me dijo que intentara anotar 61 puntos para homenajearle, pero creí que nunca llegaría a hacerlo. Sin embargo, cuando el partido empezó, empecé a pensar que era posible." David Gellatt, compañero suyo, también le dio apoyo emocional en aquellos momentos "Estaba muy cansado pero me dijo que yo era capaz. Estaba conmigo la noche que encontraron al abuelo...".
Su mayor registro anotador hasta el momento era de 39 puntos, pero sorprendentemente, se vio en el último cuarto con 59 tantos en su cuenta personal. Se dirigió hacia canasta como alma que lleva el diablo y anotó dos más pese a la falta recibida. 61 puntos. 61. La edad que tenía Nathaniel cuando fue asesinado. . Le tocaba lanzar el tiro libre, pero decidió tirar el balón fuera y marcharse a llorar a los brazos de sus familiares. 1 punto por cada año de vida. El homenaje a esa persona que tanto había hecho por él y a la que tan unido se sentía. Y no terminó ahí su recuerdo: durante su año como freshman en la Universidad de Wake Forest, llevó siempre consigo en los partidos la esquela del fallecimiento de su abuelo. Indescriptible. El año no terminó nada mal para él: 30 puntos, 8 asistencias, 6 robos y 5 rebotes de promedio durante 30 partidos (27-3 de balance) fueron suficientes para llevar a su equipo hasta la Final Estatal y participar en el McDonald´s All American HS Game, donde compartió equipo en el Este con nombres como LeBron James, Charlie Villanueva o Luol Deng, se llevó el Sportsmanship Award y dio una clase magistral de lo que mejor sabe hacer, dirigir al equipo: 10 asistencias. Era tiempo ahora del salto, y el destino estaba decidido: Wake Forest. Cerca de los suyos.
Con un equipo joven y talentoso a su disposición y con la seguridad de saberse respaldado por toda una afición, las cosas fueron mucho más fáciles en su llegada a la liga universitaria. Tanto fue así que llegó para romper parte de la historia de los Demon Deacons, superando los records de robos, asistencias y porcentajes en tiros libres y tiros de tres para un freshman de esa universidad y marcando la tercera mejor marca anotadora en la misma categoría. Conforme avanzaba la temporada lo hacía su juego, que conjugaba el desparpajo propio de un jugador de su edad y la dirección de un base veterano. En marzo logró promediar 21 puntos, siendo junto al Blue Devil Luol Deng la gran sensación freshman del año. Con semejante temporada, las expectativas de cara al siguiente curso eran increíbles, de ahí que más de uno pudiera quedarse ante los números conseguidos. Pero lejos de eso, Chris Paul había conseguido dar un paso más allá en su juego y, de nuevo, seguía metiéndose de lleno en la historia de una universidad que desde el fenómeno de Tim Duncan había mejorado ostensiblemente sus recruits. Consiguió la 4º mejor marca de la historia de los Demon Deacons en robos en una temporada y la tercera en asistencias. Como ya ocurriera en la temporada anterior, fue el mejor del equipo cuando empezó el verdadero torneo de la NCAA, cuando el Win or Go Home deja de ser una frase épica y bonita para convertirse en la más cruda realidad. Y así la sufrió el equipo ante la inesperada West Virginia: en un partido que había ido dominando el equipo de Winston-Salem y tras dos intensas prórrogas, el sueño del título universitario (sueño, pero siempre es la esperanza lo último que se pierde) se esfumaba ante sus ojos. Paul sentía que el momento del salto había llegado y, viéndole jugar, no quedaba la menor duda. Era el mejor base del planeta universitario y no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad.
La noche del 28 de junio a buen seguro quedará marcada en su calendario como un gran día. Se presentaba como uno de los grandes atractivos del draft y no resultaba extraño verle entre los 3 primeros elegidos en los más prestigiosos mocks. La primera elección era prácticamente segrura, Andrew Bogut, un nuevo center de garantías para la liga. La palabra center atrae mucho y si va unido a talento la cosa explota. Llegó el turno de Atlanta, un equipo necesitado como pocos de un buen base... pero un intangible llamado "potencial" se impuso a las verdaderas necesidades del equipo. La elección de Utah ya se podía entrever desde los primeros training camps, donde Deron Williams había dejado maravillados a los mormones. Y llegó su turno, muchos dirán que le tocóo la lotería, pero no menos cierto es que en New Orleans también pudieron sentirse agraciados. Dejaron de lado las reticencias que causaba un base de apenas 6 pies de altura y vieron en él al líder perfecto para un proyecto en plena reconstrucción. El propio Byron Scott le había dicho en los work outs que necesitaban un base puro y que querían correr en el campo. Le había definido en una frase.
No resulta cómodo llegar a un equipo que pasa por ser un grupo de jugadores con talento y sin orden en el campo, un equipo que había echado a bajo toda su temporada anterior en el comienzo de un proceso de reconstrucción. Y las cosas no serían más fáciles: el devastador Katrina se llevó por delante media ciudad y con ella los sueños de toda una afición. Reto doble para un rookie. Pero si algo ha demostrado a lo largo de su carrera Chris es el hecho de ser un luchador incansable, un jugador que se crece frente a la adversidad. Seguro que el día de su debut recordó más que nunca a su abuelo, con el que había compartido tantas ilusiones y esperanzas, seguro que nunca lo ha olvidado, seguro que todo lo que hace ahora convertido en el más firme candidato al Rookie del Año tiene en el fondo la más especial de las dedicatorias, sabiendo que desde lo más alto él le sigue viendo, deseando que nada hubiera pasado, pensando que gracias a él todo es posible, jugando... con el abuelo en el recuerdo.
2 comentarios:
Impresionante la historia del abuelo y los 61 puntos.
Enhorabuena por el blog ;-)
Muy buena la historia de chris. La verdad es que este chico es un jugón de los buenos.
Enhorabuena por el blog, me encanta, practicamente todos los dias me paso a mirar si hay algo nuevo.
Sigue asi
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