Gilbert Arenas renovó por los Washington Wizards. 111 millones de dólares por seis años. Sólo Dios sabe por qué no consiguió un contrato por el máximo. Y es que dentro de este continuo baile de máscaras a veces resulta terriblemente complicado moverse.
Previamente, Arenas había exigido la renovación de Antawn Jamison como condición indispensable para seguir siendo la cara visible del equipo de la capital. Conseguido ese primer objetivo en una operación relámpago, sólo faltaba el sí del Agente Zero para que los Wizards mantuvieran un año más el núcleo duro de su proyecto.
Desde el entorno del equipo se hace llegar la imagen de unas negociaciones idílicas, un entorno maravilloso de mutua complacencia, un 69 como pocos se recuerdan. Felación mutua y que gane el mejor.
Tan fantabuloso es el universo imaginario en el que se mueve Gilbert Arenas que, por momentos, parece contagiar al resto. El equipo se empeñaba en pagar más y el jugador en cobrar menos. Una situación incontrolable hasta para la más prestigiosa Escuela de Negocios. Por inédita.
Según se cuenta, los Washington Wizards hicieron llegar al jugador (él mismo llevó las negociaciones, sin representante de por medio) una oferta por el máximo posible: 127 millones por las consabidas 6 temporadas, lo que le hubieran convertido en el contrato más estratosférico desde que se firmara el convenio colectivo de 1999. Sólo el que firmó Kobe Bryant en 2004 hubiera sido mayor, superando a los de Jermaine O'Neal, Rashard Lewis, Tim Duncan y Chris Webber. Por este orden.
Averigüen quién es el elemento que sobra de esa lista. Tic, tac, tic, tac.
La maravillosa ficción podría entrar en los cabales, de no ser por la hipotética reacción de Arenas: "Me quedo en 111, y los 16 que sobran para reforzar el equipo". Algo así, para qué reproducir el diálogo de besugos que hubo de ser aquello. A estas alturas de la vida, un jugador rechazando semejante fajo de billetes por la 'face'. Por la cara bonita y vaya usted con Dios.
Según cuenta, lo hace para no hipotecar el futuro de su equipo, dejar espacio libre para la contratación de un jugador que les ayude a ganar el anillo y renovar a los jóvenes del equipo.
Efectivamente, contando con su renovación y la de Jamison, los Wizards tienen un pequeño margen por debajo del límite que marca el impuesto de lujo. Pero seamos serios, ¿Qué jugador fichado con una Mid-Level haría a este equipo candidato a meterse en la Final de Conferencia?
Sinceramente, y sin ánimo de crear una visión pesimista del ser humano en lo que a hombre de negocios se refiere, no hay quien trague. La historia queda bonita para ser publicada a doble página por el Washington Post, ilustrada con la ya legendaria reverencia al Staples center, pero no hay más donde rascar.
Es la forma perfecta para que las dos partes salgan muy reforzadas de cara al público. La historia del GM que se desvivió por mantener a su estrella, y la de una estrella que se desvivió por mejorar el equipo. Próximamente en los mejores cines. La comedia romántica más aclamada desde Love Actually.
Al menos, quedará una frase para el recuerdo.
¿Qué puedo hacer por mi familia con 127 millones de dólares que no pueda hacer con 111?
Con cariño, para Latrell Sprewell.
2 comentarios:
hola crack, lo primero decirte que me alegro de tu vuelta al mundo blogger.
Muy bueno el post, y es que tienes razón, vaya comedia romántica han protagonizado,jeje. Un saludo
Gran frase la de Arenas, y se agradece la generosidad para los intereses de los Wizards.
Te dejo aquí mi blog:
www.basketballvision.blogspot.com
pasate y enlázame y yo haré lo propio vale?
Un saludo
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