No por menos previsible deja de sorprender. La salida de Sarunas Jasikevicius de Golden State era algo que se daba por hecho desde hacía tiempo, y más aún después de las confesiones a Chris Sheridan durante el Eurobasket. Por fin, el jueves se hizo oficial: los Warriors cortaron a Saras.
Resulta increíble que un jugador que cruzó el Atlantic después de dominar Europa, acabe (porque parece claro) su carrera NBA de esta forma. La situación tras dos años se había vuelto para un hombre acostumbrado a jugar (y ganar), por lo que, de común acuerdo con su equipo, se decidió a poner fin a su contrato, del que restaba 1 año y 4 millones de dólares por cobrar.
Pero la historia de Jasikevicius en la NBA es la historia de la inadaptación. Ni con un técnico ultradefensivo como Carlisle, ni con uno descaradamente ofensivo como Don Nelson, se puso ver siquiera un atisbo de lo que acostumbraba a ser el base lituano.
En su campaña como rookie, la acostumbrada lesión de Jamaal Tinsley le dio una oportunidad de oro. Durante media temporada, él y Anthony Johnson compatieron el puesto de playmaker no sólo no fue capaz de arañarle minutos, sino que acabó perdiéndolos. Tras un comienzo cuanto menos positivo, el globo de Saras se fue desinflando conforme ascendía el de un Anthony Johnson desconocido hasta en sus mejores años.
Así las cosas, minetras uno acabó siendo una de las grandes sorpresas de los Playoff, otro acabó reduciendo su juego al de un mero tirador. Desacertado, por otra parte.
La temporada pasada, no sólo acabó siendo traspasado, sino que perdió el puesto con Darrell Armstrong. O viceversa. A decir verdad, no se cuál de las dos cosas debiera ser más preocupante.
En el lugar de destino, los Warriors, la paciencia le duró a Nelson lo que tardó en volver Baron Davis. Pese a que el lanzamiento lejano de Saras pudo haber tenido un hueco en el jugado de los californianos, su paso por la franquicia de Oakland no fue más que un resumen de su corta y traumática experiencia en la NBA.
El mejor Jasikevicius necesita sentir que es él quien lleva el control del juego. Tener al equipo a su entera disposición para elaborar el ataque. Eso, en un sistema en ocasiones tan deslabazado y repartido como el de los Warriors, se antojó una misión imposible. Junto a ello, una falta de físico acorde con la competición y un punto de velocidad menor no hicieron más que ahondar en una herida que ya estaba abierta.
Por ello, en ocasiones su rol se vio reducido a lo que él mismo percibió como mero "lanzador exterior", un pseudo combo guard que acababa por no hacer ni lo uno ni lo otro. Porque ni el tiro, excelente siempre, estaba fino.
Nótese que la alarmante fragilidad defensiva aún ni ha sido mencioinada.
Ante esta situación, y con el agravante de tener a Monta Ellis y Baron Davis por delante, el rol acabó degradándose a algo absolutamente marginal. Totalmente inmerecido por su calidad, pero propiciado por su estado.
Tras un año que acabó siendo incluso más terrorífico que el anterior, el reencuentro con la selección lituana debió despertar en Jasikevicius el deseo de volver a competir, algo que no pudo hacer "allende los mares".
Despues de todo, quizá lo mejor haya sido que los rumores que le ponían en la órbita de Celtics y Cavaliers no se cumplieran.
Los verdes necesitan un base más como el comer, pero también necesitan que los jugadores que acompañen al "Trío Maravillas" sean hombres dispuestos a actuar en un segundo plano y a sacrificarse en defensa. Ni lo uno ni lo tro parece que hubiera estado en disposición de hacerlo el lituano. En Clevaland, Saras se hubiera visto avocado al papel de tirador secundario que tanto ha lapidado, a la par que su presencia en un equipo excelente en las labores defensivas habría desentonado clamorosamente.
Al final, el destino elegido no ha sido otro que el Panathinaikos, actual campeón de la Euroliga y gran favorito para revalidarla. Los griegos ya se llevaron a Spanoulis el mes pasado y han juntado la mejor plantilla del Viejo Continente (con el permiso del CSKA).
Y si el uno olvidó pronto, el otro tampoco perdió el tiempo y fichó a Troy Hudson. Aunque con el bueno de Hudson aquello de perder el tiempo ya aparece como una oportunidad plausible.
Resolvió a duras penas su buyout con los Timberwolves y vivió los rumores que le colocaban en San Antonio como el base que tanto parecen buscar los de Gregg Popovich. Nada más lejos de la realidad, puesto que ha acabado en los Warriors.
Y lo cierto es que el perfil de Troy Hudson se ajusta al prototipo de Don Nelson. O al menos lo hacía.
Hablar de Hudson es haber de un base rapidísimo y con capacidad anotadora. En ocasiones, llega a perder el control del juego, pero a tenor de lo visto esta temporada (sobre todo ante equipos sólidos en defensa), no es algo que parezca preocuparle a Nellie.
Sin embargo, los constantes problemas físicos que ha sufrido en los últimos años generan dudas acerca del rendimiento que pueda dar a estas alturas de su carrera.
Pero hasta Troy Hudson ofreció más garantías que Jasikevicius.
Es el precio del cambio.
1 comentario:
Que pena. A mi este jugador no me disgusta, es verdad que no se ha adaptado pero podria hacer un buen papel si se adaptase
saludos y haber si te pasas por mi blog
www.elgranantoni.blogspot.com
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