Memphis Grizzlies. Más de lo mismo.
Con los vientos de cambio preparándose para soplar en Tennessee, una noche de draft como esta no era el mejor remedio para calmar los ánimos. Pese a que la mayor necesidad era un jugador interior o, en su defecto, un refuerzo para la defensa exterior, los Grizzlies se decantaron por Mike Conley.
Y no fue porque no hubiera alternativas. La más clara, la de Al Horford, un interior reboteador e intenso que hubiera acompañado a las mil maravillas a Pau. Jerry West, que acaba de terminar su contrato, expresaba días antes su preferencia por Joakim Noah, un hombre inteligente y muy intenso, que hubiera formado junto con Gasol una pareja interior dinámica y muy capaz en la producción de juego. También días antes, durante los workouts, Corey Brewer había mostrado su deseo de volver a Tennessee, el estado en el que se ha criado. Su llegada hubiera supuesto la recuperación de ese gran factor defensivo que desapareció con la marcha de Shane Battier y el bajón de Eddie Jones.
Una vez llegado el draft, y habiendo sido elegido Al Horford con el número 3, la idea no fue otra que la elección de un base. Otro base. Un base que no supone un gran cambio respecto a lo que ya hay en el equipo. Y es que, durante la temporada pasada, Kyle Lowry demostró antes de su lesión un nivel y estilo de juego suficientes como para no pensar en la contratación de Mike Conley. Se trata de un base eléctrico, rapidísimo y a la par muy seguro con el balón. Es difícil verle tomar malas decisiones. En su debe, está el hecho de haber jugado durante toda su carrera deportiva junto con Greg Oden (con todo lo que ello supone), y un tiro que en el mejor de los casos podríamos etiquetar de deficiente. En defensa, se muestra muy hábil en la defensa sobre el balón.
Aunque a estas alturas seguramente sea un dato que todos conozcamos, Conley es hijo de Mike Conley Sr., campeón olímpico de triple salto en Barcelona'92.
NOTA: 6.5
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