martes, julio 24, 2007

Desmond Mason. El buck que sabía volar.

Pues como Rudolph, el encantador reno de nariz roja. La diferencia es que éste ya no está más que para llegar de vagón de cola, de especialista de un equipo en el que llegó a ser segundo máximo anotador. No ha trascendido confirmación oficial sobre los términos económicos, pero en los mentideros de la liga crece con fuerza la tesis de un acuerdo por 10 millones de dólares por esas 2 temporadas que, esto sí, han sido anunciadas.

Una muestra más que añadir a la lista de palabras que se lleva el viento. Corría el final del verano de 2005 cuando los Milwaukee Bucks decidían traspasar a Desmond a los New Orleans Hornets a cambio de Jamaal Magloire. El cambio de aires suscitó la ira de Mason, que no dudó en tildar a Larry Harris, General Manager de la franquicia de Wisconsin, de víbora. Al parecer, el propio Harris le habría asegurado fechas antes que no sería traspasado.

Aquel fue un intercambio entre dos de los, por entonces, estrellas pujantes de la liga. Quién les ha visto y quién les ve. El uno firmando contratos de un año y el otro, el que nos ocupa, sufriendo una recesión incontestable en su juego. Si bien su capacidad de tiro nunca llegó a ser nada deslumbrante, lo cierto es que según han ido pasando los años, el rango de tiro ha disminuido considerablemente. Prueba de ello, son los datos de au tarjeta de tiro durante la temporada: el 80% de sus tiros fueron desde dentro de la zona, algo que probablemente no firmen siquiera gran parte de los interiores de la liga.

Pese a seguir manteniendo una decente capacidad anotadora merced a su habilidad en las penetraciones, su valor en estos días se sitúa más en la faceta defensiva, donde sus buenas piernas y, por qué no, su habilidad, le han convertido en un defensor destacable. En ello residía gran parte de su importancia en los Hornets y para ello lo rescatan los Bucks, para cubrir la plaza de alero defensivo toda vez que la marcha de Ruben Patterson aparece casi confirmada.

Sale de los Hornets por la llegada de Morris Peterson y regresa a la que sintió como su casa, gracias a un público que tenía entregado a sus pies.

Y es que Papá Noel perdona y parece que también olvida.

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