sábado, mayo 12, 2007

Carlos Loozer.com. Cuando la integridad y el dinero se cruzan.


Uno de los jugadores de moda en estos Playoff. Tras una maravillosa temporada que ha hecho olvidar decepciones (y lesiones) pasadas, Carlos Boozer se ha establecido como uno de los interiores más productivos de la liga, formando con Deron Williams una pareja que hace enloquecer a los moderados aficionados mormones (palabra que, como todo el mundo sabe, viene de muermo grande).

Pero como no es oro todo lo que reluce y por aquí nos gusta sacar los trapos sucios, quisiera rescatar del olvido tiempos pasados. Porque el cambio de zamarra de este ala-pívot, pequeño pero matón, trajo tras de sí mucha cola.


Una historia de celos, traición, dinero, envidia, egos… ¿He dicho ya dinero?


Año 2004. La Humanidad… sigue como siempre. En el caso que nos ocupa, Carlos Boozer continúa con su esperada progresión, perfilándose como ese jugador interior que acompañará a LeBron James durante su reinado. Su juego ofensivo va en aumento, desarrollando ese tiro de media distancia que hoy resulta tan útil, mientras que su dominio de los tableros es cada vez más sobresaliente.


En esta vida todo tiene un premio y los Cavaliers decidieron dárselo a Carlos antes de tiempo. La franquicia de Ohio, con su General Manager Jim Paxson y el propietario, Gordon Gund (ahora sustituido por Dan Gilbert, a la cabeza, decide no hacer efectiva la opción que tiene sobre el contrato del jugador formado en Duke, y que le hubiera atado para la siguiente temporada ganando la pírrica cifra de 700.000 dólares. Tras mantener conversaciones con el jugador de segundo año, ambas partes, entidad y jugador, llegan a un acuerdo que ligará al jugador a Cleveland a cambio de la Mid-Level Exception (en torno a los 40 millones por 6 años).

Este punto al que llegamos ahora es importante. El club deja que el jugador se convierta en agente libre sin restricciones para poder ofertarle la cantidad que tanto unos como otros han acordado. Y en base a esa promesa del jugador a la franquicia, dan el paso hacia delante.

Al otro lado del país, los Utah Jazz firmaban una gran campaña (superando por mucho las expectativas), pero un gran agujero en la plantilla les separaba de volver a reverdecer los laureles que se habían marchitado el verano anterior con la marcha de Karl y John. El juego interior, pese a la presencia de Andrei Kirilenko, All-Star aquella temporada, era una de las posiciones a cubrir. Mehmet Okur cayó bajo los oscuros encantos del dinero y ahora habían fijado sus ojos en Kenyon Martin, al que las rodillas aún permitían ser un jugador de nivel.


Es aquí donde se juntan los caminos de nuestros antihéroes.

Cleveland creía tener asegurada la presencia de Boozer en su plantilla para las siguientes temporadas a cambio de un precio más que razonable. Utah tenía dinero para gastar y Kenyon Martin era su codiciada presa. Los primeros hicieron su correspondiente oferta… y los segundos, al ver lo sucedido, cancelaron su visita a New Jersey para romper la calma reinante en Cleveland.


Calma aparente, porque la presencia de un interior del calibre de Boozer en el mercado revolucionó las ya turbias aguas de la agencia libre. Fueron muchos equipos los que se interesaron por hacerse con sus servicios, a la par que demostraban que los Cavaliers podían haber cometido un gran error. Sin embargo, el mensaje desde las altas esferas de los Bron Boys no varió un ápice:

Nuestra actuación se ha basado en lo que Carlos Boozer nos dijo que quería

Según la rumorología, las conversaciones entre el equipo de Salt Lake City y Boozer comenzaron un día tan señalado como el 4 de julio, Día de la Independencia. Lo mismo debió pensar el propio Boozer, que vio ante sí una oferta que ascendía a 68 millones de dólares por 6 años, 28 más de los que había acordado verbalmente con la franquicia que le había querido recompensar por su gran rendimiento.

Cleveland, tan sólo 4 millones por debajo del espacio salarial, no podía igualar ni remotamente la oferta. Eso o retocar toda la plantilla en tiempo récord para hacerle un hueco.

La bolsa o la vida. El dinero o la palabra. Fidelidad e integridad (valores curiosamente apreciados en su ciudad de destino) de un lado. Traición de otro. Finalmente, y ante la sorpresa de los gerentes, decepción de los aficionados y cabreo de todos los allí presentes, decidió marchar al regazo de Jerry Sloan.

Braguetazo en toda regla de Rob Pelinka, agente del, por aquel verano, polémico jugador.


Y así terminó la historia.


O casi podríamos decir que empezó. En incluso menos tiempo del que los Cavaliers tenían para tratar de igualar (en sus más húmedos sueños) la oferta, un par de aficionados del equipo enarbolaron una web de nuevo cuño y ácido contenido.

www.carlosloozer.com

Un juego de palabras sencillo pero efectivo. Carlos "Loozer". Perdedor. Alguien sin duda sabio dijo en su día que cuanto más te piten es que más te han querido. Éste es un ejemplo que lo ilustra a la perfección.

Tan pronto como la maquinaria del Photoshop se ponía en marcha, multitud de ilustraciones y montajes poblaban la web. Pero el objetivo no sólo fue el jugador. Gund y Larry Miller, propietarios de cada equipo, Paxson y hasta Usher y Dan Gilbert, que entrarían más tarde como propietarios, han sido también satirizados.


¿Merecido?


En esto del deporte es sabido que cada vez hay menos amigos. La volatilidad del compromiso con una franquicia (eso de amor a los colores provoca carcajadas) y los acuerdos verbales nos permite encontrarnos con demasiados casos en el deporte profesional. En este concreto, una franquicia decide recompensar a un jugador renunciando a un año de contrato a precio irrisorio para ofrecerle un acuerdo previamente concertado por ambas partes. ¿Hasta qué punto debió mantener su compromiso? ¿Hasta qué punto la franquicia debió fiarse de un acuerdo verbal? ¿Cómo se puede colocar el futuro de una franquicia en una palabra?

Lo que sí puede juzgarse sin temor a equivocaciones es el apartado deportivo de la operación. Quizá la peor decisión que pudo haber tomado. Y es que con sólo cambiar a Drew Gooden por Carlos Boozer en la plantilla de los Cavaliers, pasarían a ser el equipo más temido del Este. Más rebote y a años luz en ataque, la sociedad que podrían haber conformado ambos a buen seguro les hubiera enseñado ya las puertas de, como muy poco, una Final de Conferencia. De ahí hacia arriba.

De cualquier forma, el deporte-ficción es una ciencia tan inútil como inexacta.

Lo que no variará nunca será el odio que se ha ganado a pulso en Quicken Loans.

10 comentarios:

topo polar dijo...

gran historia!queremos seguir sabiendo interioridades de la liga!;)

True Wolf dijo...

La historia la conocía pero ni mucho menos con tanto detallismo. Eres un crack mighigan, los dos últimos artículos simplemente soberbios!!

Anónimo dijo...

Mich, merecería la pena, aunque sólo fuera por ver la reacción, una final Jazz-Cavs.

Anónimo dijo...

Estas echo un crack tio!me encanta tu blog!

Anónimo dijo...

acabo de conocer tu blog via enbiei...bruuutal!!!si yo estuviese en lugar de boozer haria lo mismo,poderoso caballero don dinero.

salu2

P.D:vete preparando un libro tio,o dos XD

Andres Aragon dijo...

Precisamente Boozer sale hablando hoy en el Salt Lake Tribune sobre una hipotética final contra los Cavs.

Dice que sería "divertido", a lo que el periodista comenta que es la primera vez que se usa esa palabra para describir algo que estuviera relacionado con la controversia que generó aquel fichaje.

Supongo que pasará como en 2005. Cuando esperas una final divertida, te sorprenden con un Detroit - San Antonio.

Anónimo dijo...

De exámenes, Michigan? Echamos de menos un nuevo scoop...

Wayne Robinson dijo...

Estupendo artículo michigan. No lo había leido antes. Como aficionado a los Cavs me alegro infinito de que este traidor vea la final desde su casa. Le odio tanto como el gato Jinks a los roedores.

Anónimo dijo...

gran artículo.

Peter Mihm dijo...

Conocía la historia, pero la has contado como nadie. Crack.