Y en el tercer partido, el misticismo que rodea los Playoff volvió a resurgir con toda su fuerza. Cuántas veces habremos oído o visto esas leyendas de jugadores que se mantienen en el partido a pesar de las lesiones y consiguen ganarlo. Pues bien, noveles, ya sabéis que todo es verdad. Dwyane Wade escribió una nueva página dorada de la historia de las Finales, aumentando si cabe el nivel de su juego después de que Shaq cayera sobre su pierna. Y hablando de Shaq y de cosas que caen. Estas cosas me pasan por lanzar las campanas al vuelo. Ya lo dijo Edison: "Todo lo que sube, baja". Y cuando lo que baja son campanas, dada su masa, lo hacen a una velocidad mayor que si lo hicieran cuerpos de menor peso. Y aquí podemos dar por concluida la introducción en el maravilloso mundo de la Física por parte de un no menos maravilloso hombre de letras. Tan pronto cayó como que lo hizo al partido siguiente. Resulta que no era un cadáver, sino un pequeño cachorro que añoraba el cariño de su público.
Primer balón que tocó O'Neal, primer balón que perforó las delicadas redes del AAA. Segundo balón, de nuevo hacia adentro. Siguiente: por primera vez en lo que llevamos de Finales, aprovecha un 2 contra 1 para pasársela al compañero desmarcado y que éste anote. Bloqueo en la parte alta de la zona para Terry, Shaq se empareja con él, le roba la cartera y asiste a Williams para que la pose en la canasta. Balón para O'Neal, cubierto, Walker sólo, pase a su carrera y tercera asistencia del partido. Acorralado en línea de fondo, se hace hueco merced a su cuerpo de sílfide y balón adentro. Lo que se puede denominar como un recital, como la mejor medicina para un enfermo que tocó fondo tras 190 partidos de postemporada. No sabemos si por el esfuerzo realizado o por el clamoroso fallo de Toine en una bandeja, el pobre casi se nos cae sólo de no ser por la ayuda de Devin Harris, cuya sonrisa desapareció conforme el peso a aguantar bajo su brazo derecho era mayor. Tan crecido estaba Shaq, que metió los dos primeros tiros libres de que dispuso. Tanto, que en un contraataque hizo un excelente pase al hombre desmarcado: el árbitro.
El que no estaba aún era Dirk, que tuvo que esperar a un afortunado séptimo lanzamiento para anotar su primera canasta en juego. No pudo, sin embargo, eludir los encantos de la foto de David Husselhoff que le ensañaba tras la canasta un aficionado ataviado con la elástica de Inglaterra. Falló por ello su primer tiro libre, que no el último... (música de suspense). La actuación de los entrañables Golden Oldies pareció despertar a Jason Williams, que estuvo más presente en el partido de lo que acostumbraba en los anteriores. El aumento de la efectividad en las ayudas sobre Shaq, así como un quinteto en cancha completamente exterior por parte de Dallas, ayudaron a conseguir rentas en el marcador. Pero el factor clave llegó en un ataque tejano: Josh Howard penetró a canasta y encontró en su camino el rocoso torso de O'Neal, que acabó cayendo sobre la pierna de Wade. Tan mal empezó a pintar la cosa en ese momento, que hasta Dampier empezó a producir en ataque. 34-16 de parcial en el cuarto y +9 en el marcador.
Empezó con el despertar de los últimos 12 minutos la epopeya: nuestro joven y valeroso héroe, malherido y frente a las adversidades, quiso empujar a su equipo hacia la victoria. No, que esto no es Oliver y Benji, pero el caso: primer tiro y triple desde la esquina. El mero hecho de que este hombre metiera un triple ya era indicativo de que algo grande podía pasar. Era el momento del nudo: quinta falta y Nowitzki on fire, para asistir finalmente al clímax, antesala del desenlace. Dallas lograba su máxima renta en el marcador, 13 puntos, y la máquina se puso en marcha. 9 puntos sin fallo de Dwyane redujeron las distancias a 5 cuando quedaban sólo 2 minutos. O'Neal, desde la línea de tiros libres, anotaba dos, una suspensión de Wade desde 6 metros y 2 tiros libres de Haslem colocaban a los de Florida 1 arriba. Jason Terry, héroe del primer partido, fallaba su lanzamiento y se veía obligado a parar el tiempo en falta. Posey anotó sólo 1 de los dos lanzamientos y dejaba a Devin Harris la oportunidad (aprovechada) del empate. Con empate a 95, Payton no encontró mejor momento para anotar sus dos únicos puntos en el partido.
97-95 y momento clave: a falta de 3.4 segundos Nowitzki provoca la falta de un Haslem enorme durante las series. 90% de acierto en Playoff, cuarto mejor lanzador de la temporada. Primero dentro... ¡¡Segundo fuera!! La salvedad de la prórroga se desvanece. La posibilidad de asestar una puñalada a la serie desaparece. Falta rápida sobre Wade, que anota el primero pero falla el segundo, mantiendo un suspense quizá innecesario. La figura del líder se derrumba camino del banquillo de Dallas. Tan cerca y ahora tan lejos. Quedaba la heróica y a por ella que fue el ahora caballero de la triste figura. Saque de banda directo al alley-oop de Howard... ¡Y aparece una mano! "¡Penalty!" Grita el seguidor de la casaca inglesa. "No, no, que esto es baloncesto", replica el señor de la butaca de al lado. "Ese chico acaba de entrar en la historia", sentencia un tercero. Y así es, porque los 42 puntos y 13 rebotes no eran suficientes para ganar el partido. Había que hacer un último esfuerzo para salvar la victoria, sobreponerse al dolor por un segundo y estallar de júbilo después.
¿Parece un cuento, no? Tanto que sólo falta el himno estadounidense y un encendido discurso por las libertades como background. Pues ocurrió de verdad. Ganarán unos, perderán otros, quizá el anillo se lo lleve el alemán, quizá Shaq no cumpla su promesa, pero esta hornacina en las Finales NBA le pertenece a él. Porque Wade compró una alfombra y poco a poco la va extendiendo. Porque va a dejar huella, y esto es sólo la falange de un dedo. Porque este chico hará historia, y a nosotros nos tocará verlo.
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