Después de un año de cortejos, los Chicago Bulls por fin lograron alcanzar un acuerdo de renovación con Luol Deng, probablemente su mejor pieza de futuro junto al 'rookie' Derrick Rose. El sudanés, nacionalizado británico, firmó una extensión de contrato por valor de 71 millones de dólares que le mantendrá ligado a la franquicia de Illinois durante las próximas 6 temporadas.
El contrato cuenta además con una serie de incentivos, la mayoría de ellos relacionados con objetivos que pueda alcanzar el equipo, que podrían disparar las cifras hasta los 80 millones, cantidades muy generosas que se mantuvieron en la línea de lo hablado durante el pasado verano. Hay que recordar que antes del comienzo de la pasada temporada, Deng rechazó una primera oferta de los Chicago Bulls valorada en 57.5 kilos en 5 años, que en promedio son muy similares a esos 71 firmados el pasado jueves.
Esta renovación, junto con la consecución del número 1 del pasado draft en un sorprendente golpe de suerte, es sin duda la mejor forma de recuperarse de la gran pesadilla que supuso la última campaña. Tras unos extraordinarios Playoff de 2007, en los que eliminaron sin la menor de las dificultades a los (por entonces) vigentes campeones en primera ronda, todos esperábamos de Chicago un año que, por lo menos, estuviera a la altura del anterior.
Pero la realidad quedó muy lejos de lo esperado. Los problemas internos y la falta de rendimiento deportivo (viniera cual viniera antes, lo que resulta innegable es que suelen llevarse de la mano) acapararon la actualidad de los Bulls, que pasaron de ser uno de los conjuntos más ilusionantes de la liga a uno de los irregulares. La situación terminó Scott Skiles, y el interino Jim Boylan tampoco fue capaz de controlar las aguas.
Ahora tratan de volver a la senda correcta de la mano de un técnico debutante como Vinny Del Negro, pero sin duda la gran esperanza sigue siendo Luol Deng, que precisamente dio el mejor baloncesto de su carrera en la serie anteriormente mencionada frente a Miami Heat. En aquellos partidos, su tiro de media distancia no "sólo" fue notable, sino que por momentos pareció infalible. Y es que pese a no ser un anotador versátil, consigue arreglárselas para ser uno de los mejores atacantes de su equipo.
Capitán desde el año pasado, sobre él descansarán gran parte de las opciones del equipo para volver a alcanzar el nivel que lograron hace apenas dos temporadas.
Otra pieza importante es la de Ben Gordon, uno de los mejores (Manu Ginobili a parte) anotadores desde el banquillo de toda la liga. El de Connecticut, limitado a una sola función sobre la cancha, parece tener la moral por las nubes, hasta el punto de exigir cantidades similares a las del alero sudanés para renovar por el equipo. Sin embargo, las intenciones parecen ser otras.
Y no sólo porque probablemente Gordon no merezca ese contrato, sino porque no hay dinero suficiente en las arcas para afrontar otra operación de la misma magnitud. Tal es así, que los Bulls tan sólo podrían ofrecerle un contrato de 58 millones de dólares por 6 temporadas antes de meterse de lleno en el impuesto de lujo. Como cualquier propietario cuerdo, Jerry Reinsdorf se muestra reacio a pagar esa multa por una plantilla sin aspiraciones serias y cuyo futuro, a día de hoy, parece incierto.
Sin equipos que muestren interés en concretar un 'sign and trade' con los Bulls por el escola, y con Chicago negándose a recibir contratos que le situaran por encima del límite que marca el impuesto de lujo, si Gordon no baja sus pretensiones, el escenario más factible sería el de aceptar la 'Qualifying Offer' (6.4 millones de dólares en su caso) y ser como agente libre sin restricciones el verano que viene.
Al fin y al cabo, esa cantidad no sería muy inferior a la que los Bulls podrían ofrecerle de cara al año que viene en la renovación, y gozaría de total libertad de movimientos para solucionar su futuro.
Mientras se resuelve esta complicada situación, ya tenemos la primera víctima: JamesOn Curry. Si las posiciones exteriores no estaban lo suficientemente cubiertas, la llegada de Derrick Rose no hizo más que sobrecargar la posición. Visto el complicado historial del jugador (que algún día relataremos) y los pocos minutos que tuvo la temporada pasada, el ex de Oklahoma State pasó a convertirse en la víctima propiciatoria.
A ello hay que unir el partido de sanción con que fue castigado hace unas semanas, a raíz de su detención en enero por un par de delitos menores, de tal forma que ha acabado siendo cortado por el equipo.
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