Allan Houston. Despedir a un Knick
La figura lastimosa que se arrastraba por las sombras las enfermerías de la NBA poco o nada tenía que ver con el gran anotador que años antes deslumbraba a la luz de las canchas. Uno de los jugadores emblemáticos de la historia de los Knicks (y ya es historia) se despide, y lo hace sin sus Nike puestas. Postergado en la Injury List. Después de 12 años como profesional (los 9 últimos en la Gran Manzana), pone punto y final con 34 años a una de las carreras más prolíficas desde más allá de los 7.30 m. Un jugador respetado por todos sus compañeros que será recordado por un infalible tiro en suspensión.
"Mi carrera como jugador de la NBA y miembro de la franquicia de los Knicks, aún a mi pesar, ha terminado" dijo Allan. "Durante los dos últimos años he hecho todo lo que ha estado en mi mano para volver a la cancha pero mi rodilla no me lo ha permitido. Aunque estoy muy triste por no poder volver a vestir la camiseta de los Knicks, siento que hago lo mejor tanto para los intereses de la franquicia como para los de mi familia". Desde luego que ha hecho todo lo posible por volver hasta el último momento, nadie lo pone en duda. Aún siendo un imposible, decidió probarse en los Training Camp de este año. Pero no había pasado aún una semana cuando el fantasma de los dolores volvía a sobrevolar sus rodillas. No, otra vez más no. No voy a pasar otro año más así. Y la decisión fue tajante: adiós. Su vuelta no pudo hacerse realidad.
"Espero que todos los fans puedan darse cuenta del honor que siento por haberlos representado en el Madison Square Garden durante todos estos años. Desde que llegué aquí en 1996, ha sido toda una bedición estar rodeado de los grandes: Patrick Ewing, Charles Oakley, John Starks, Larry Johnson, Charlie Ward... por nombrar algunos. Puedo decir sin miedo a equivocarme que cada noche dimos el 100% por nuestros aficionados. Agradezco a la organización de los Knicks y a sus aficionados todo este apoyo que me han dado, gracias por haberme hecho pasar algunos de los momentos más memorables de mi vida. Siempre seré un Knick, siempre seré neoyorkino". Así se despedía de todos nosotros Allan Houston. Un adiós que calará hondo entre los aficionados Knickerbockers. Como él.
Tony Allen. Il Padrino
¿A qué juega? ¿Qué pretendía? ¿Qué pudo llevarlo a ordenar aquello? Cuando eres una persona de dominio público se exige un mínimo de responsabilidad por representar a una institución como lo son los Celtics y todos sus fans. Un mínimo de cordura para saber que quizá hay niños que tienen como un ídolo, y que ponen toda su atención a cada paso que das. Inteligencia, al fin y al cabo, para saber que nadie puede decidir sobre la vida de otra persona. Ahora, se enfrenta a una condena de entre 2 y 5 años, siempre y cuando, claro está, no aparezcan las lagunas legales que le permitan salir airoso de semejante actuación. En fin, utilicemos el principio de presunción de inocencia y dejemos el caso en el aire. Pensemos, por un momento y hasta que se demuestre lo contrario, que es sólo un malentendido.
Jason Collier. Sueño eterno.
Hay noticias que uno nunca querría poner en el blog, sucesos que todos esperamos jamás ocurrieran, pero esto es la vida. Todos estamos expuestos a ello. Y esta vez le tocó a Jason Collier, que el viernes, tras un duro entrenamiento, se fur a dormir y jamás pudo despertar. Se dice fácil, pero es complicado de digerir, pero al fin y al cabo, debajo de esa apariencia de fuerza e invulnerabilidad, se esconden personas. Un jugador jóven que ve cómo un problema de corazón se lo lleva repentinamente por delante, sin previo aviso.
Sin embargo, la noticia ya no resulta tan novedosa para el aficionado medio de la NBA: otros como Stromile Swift o Eddy Curry, que apenas llegan aún a los 25 años, o Fred Hoiberg (ya tirado), que pasa de los 30 pero no deja de estar en la plenitud de la vida, también han tenido que parar el ritmo a causa de problemas similares. Siempre salen a la palestra las posibles sustancias que los jugadores pueden o no tomar para convertirse en fenómenos de la naturaleza, que detrás de ese físico hay mucha pastilla o simplemente un problema crónico no detectado por los servicios médicos, incluso los Atlanta Hawks están pidiendo ahora los resultados de la autopsia (por preocupación propia, no vayamos a pensar que se interesan por él)... pero no, momentos tan trágicos como éste se merecen un respeto. No hay que hablar del jugador, hay que hablar de la persona, de un hombre trabajador, gran amigo de sus amigos y padre de familia. Un hombre que, a buen seguro, ha dejado huella en todos aquellos quienes tuvieron oportunidad de conocerle. Proyectos, ilusiones, esperanzas... muchas cosas acabaron en ese sueño del que nunca despertó.
Jason Jeffrie Collier, descanse en paz.
1 comentario:
Joder, casi me haces llorar. En serio, me encanta como escribes, tienes un don para esto
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